Tanto Willy como Juancho Hernangómez ven su futuro, por primera vez en mucho tiempo, lejos de Estados Unidos. Son siete temporadas buscando un hueco entre los mejores, pero los últimos dos años han provocado una reflexión que les acerca a Europa con ganas de demostrar su valía.
La falta de oportunidades con los Pelicans en el caso de Willy y el haberse convertido en ‘carne de traspaso’ por el lado de Juancho les alejan de esa idea que siempre fue férrea de permanecer en la NBA pese a los cantos de sirena que llegaban desde el viejo continente.
En 2016 ambos emprendieron juntos el camino al mejor baloncesto del planeta. Willy había sido elegido en 2015 pero dilató un año más su carrera en la ACB con el Real Madrid, mientras que Juancho llegó directo desde el ‘draft’, con unos Nuggets que tomaban las primeras decisiones de un proyecto con pretensiones de anillo.
Ahora, Willy tiene una oferta oficial del Barcelona, mientras que algunos rumores sitúan a Juancho también en la órbita del club azulgrana.
El sueño americano de Willy no pudo comenzar mejor, ya que pegó el salto de la mano de su gran amigo Kristaps Porzingis para recalar en una franquicia histórica como los Knicks y supo aprovechar las oportunidades.
Disputó 72 partidos, 22 de ellos como titular, y promedió 8,2 puntos y 7 rebotes por partido en 18.4 minutos de media. Para el recuerdo quedarán los 24 tantos que endosó a San Antonio y a Toronto, acompañados de 13 rebotes ante los Spurs y de 11 ante los Raptors.
Eso, junto a su consolidación en la rotación de Jeff Hornacek, le permitió figurar en el mejor quinteto de novatos del curso 2016/2017, compartiéndolo con Joel Embiid y por delante de nombres como Jaylen Brown, Jamal Murray o Brandon Ingram.
La inestabilidad en la dirección deportiva de los Knicks llevó a Willy hasta los Hornets, en los que se mantuvo dos temporadas y no tuvo la continuidad esperada. Tanto en Charlotte como posteriormente en Nueva Orleans, las franquicias apostaron más por otros interiores pese a que los números del español en los minutos disputados eran buenos.
Sentar a Willy parecía más sencillo que hacérselo a otros: era un tipo que no creaba problemas y que cuando salía a la pista lo daba todo.
Tanto en los Hornets como en los Pelicans, su peso en el equipo fue bajando a medida que aumentaba en la selección española. Cuanto más importante era para el seleccionador Sergio Scariolo, menos se le tenía en cuenta en la NBA.
Probablemente el momento más complicado fue el vivido en el último curso, cuando llegó a Nueva Orleans con un MVP del Eurobasket bajo el brazo y le negaron una salida a otra franquicia asegurándole que tendría minutos. Esa promesa nunca se cumplió y las decisiones del técnico Willie Green terminaron por minar sus esperanzas.
Si hay algo especialmente duro para un jugador de la NBA es no encontrar estabilidad y ver cómo sus derechos pasan de un equipo a otro sin tener oportunidades. Es cuando se convierten en monedas de cambio y viven con la maleta preparada en la puerta del hotel. Es la pesadilla que Juancho ha vivido en las últimas dos temporadas.
El curso 2021/2022 lo comenzó en los Celtics, lo continuó con un paso fugaz por los Spurs y lo remató con 17 partidos en los Jazz. En los Raptors culminó este año sus siete temporadas en el baloncesto norteamericano, que empezaron en los Nuggets y los Wolves.
